El 25 de febrero de 2005, hace 19 años, se presentó en la Biblioteca de Dávalos, en Guadalajara, el estudio informativo de la futura y olvidada Autovía de la Alcarria. Y no era la primera vez que se anunciaba. El convenio Estado-Junta establecía entonces que el tramo Cuenca-Albacete la asumiría el Gobierno regional, mientras que el Estado asumiría la vía alcarreña.

El proyecto de la autovía, en Guadalajara, uniría Cuenca, Albacete y Tarancón con la A-2 por La Alcarria.  

La Autovía de La Alcarria, que conectaría Guadalajara con Cuenca, favoreciendo un enlace con Toledo, se considera prioritario, sería una vía que permitiría evitar el paso por las siempre congestionadas carreteras a su paso por Madrid, la A-42, M50 y A2, y redirigir el tráfico hacia el sur sin la necesidad de paso por la capital, facilitando además las comunicaciones con numerosas localidades del interior, la llamada España vaciada.

Se trata de una carretera necesaria para la región, para comunicar Tarancón con Guadalajara, sirviendo de punto de encuentro con Toledo y Cuenca. Es clara la importancia que supondría enlazar estas dos zonas de la región, evitando el trayecto por las congestionadas autovías que existen actualmente, en la Comunidad de Madrid.

Las provincias de Guadalajara y Cuenca poseen varios municipios que se encuentran en riesgo de desaparecer y que, favoreciendo la conexión entre estas y su capital, se contribuye a evitar este enorme éxodo que actualmente se está viviendo en estas zonas.

Varios organismos y asociaciones han exigido al Ministerio de Fomento que se den los pasos pertinentes para acelerar el proceso de construcción de la Autovía de la Alcarria como punto de vertebración regional en beneficio de todos los usuarios castellanomanchegos.