En los últimos días, vecinos de Brihuega han mostrado su preocupación por el estado del arbolado urbano, cuyas hojas están empezando a secarse y caerse de forma prematura, justo cuando debería comenzar su periodo de máximo esplendor vegetativo.
El motivo, según apuntan varios expertos y se observa a simple vista, podría estar relacionado con las podas tardías realizadas por el Ayuntamiento, en un momento en el que la savia ya había comenzado a moverse activamente, las podas, que deberían haberse realizado durante el invierno, cuando el árbol se encuentra en reposo vegetativo, se acometieron entrada la primavera.
Esta intervención fuera de tiempo puede tener consecuencias perjudiciales tanto para la salud del árbol como para la seguridad pública, además de comprometer el aspecto estético que caracteriza a muchos rincones del municipio, especialmente en estas fechas en que Brihuega recibe visitas atraídas por su patrimonio y entorno natural.
Consecuencias de las podas mal ejecutadas: Entre los efectos más inmediatos y visibles, se encuentra el debilitamiento de los ejemplares. Al cortar ramas activas con la savia ya circulando, se desequilibra el metabolismo del árbol, dificultando su recuperación.
Esto lo hace más vulnerable a plagas, hongos y bacterias, que encuentran en las heridas abiertas una puerta de entrada ideal y que se agraven las enfermedades crónicas que ya padecen los árboles de Brihuega como los conocidos por plataneros.
Brihuega, conocida por su belleza paisajística y su riqueza arbórea, no puede permitirse una gestión inadecuada de su masa verde. La poda no solo cumple una función de mantenimiento, sino que es clave para garantizar el crecimiento equilibrado de los árboles y su integración en el entorno urbano.
Cuando esta se realiza de forma masiva y sin atender a las necesidades particulares de cada ejemplar, se pierde no solo salud vegetal, sino parte del carácter natural que identifica al municipio.
Las podas tardías en Brihuega podrían deberse a una combinación de factores: limitaciones presupuestarias, falta de personal técnico o planificación deficiente. Sin embargo, los árboles no entienden de calendarios administrativos, y la poda debe respetar su ciclo biológico.
Por lo que sería recomendable que se tomen medidas correctoras y que, en adelante, se apueste por una gestión del arbolado más profesional, con intervenciones planificadas y respetuosas con la naturaleza. A fin de cuentas, preservar la salud de los árboles urbanos es también preservar el patrimonio natural de Brihuega y la calidad de vida de sus habitantes.
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