
BRIHUEGA COMO TESTIMONIO ANCESTRAL: LA HISTORIA DE LOS ENCIERROS EN ESPAÑA
Artículo publicado por Plataforma Brihuega 05/10/2025
Los encierros taurinos, tradición profundamente arraigada en la cultura española, tienen su origen en la necesidad medieval de trasladar toros bravos desde el campo a los pueblos para ser lidiados.
Este proceso, inicialmente funcional, fue adquiriendo un carácter festivo y social, dando lugar a los encierros tal como hoy los conocemos. La costumbre se remonta a la Edad Media, enmarcada en la trashumancia castellana, donde los jóvenes empezaron a acompañar al ganado como muestra de valor. Aunque los primeros documentos datan de 1527, se cree que la práctica es anterior.
Cuéllar, en Segovia, ostenta el encierro más antiguo documentado, con referencias desde 1215. Incluso desde el siglo XIV, la realeza reconocía su valor tradicional, como lo hizo Leonor de Aragón. El encierro de Cuéllar muestra cómo estos festejos ya eran una parte estructural de la vida social medieval, a pesar de intentos de prohibición por parte de la Iglesia.
Pamplona, por su parte, presenta un desarrollo paralelo pero igualmente antiguo. Documentado desde 1385, nació como necesidad logística en la Ribera navarra y evolucionó hasta integrarse con las festividades religiosas de San Fermín en 1591. Hoy día, su recorrido de 875 metros es mundialmente famoso, especialmente desde el siglo XIX, cuando la práctica de correr delante de los toros se consolidó.
Brihuega es otro de los grandes referentes históricos del encierro, con referencias que datan de 1530 y documentación explícita desde 1584. Su encierro del 16 de agosto es singular por desarrollarse en plena naturaleza, lo que lo convierte en un espectáculo distinto, dividido en tres etapas, y con una estética que mezcla campo y tradición urbana, el encierro fue reconocido como Fiesta de Interés Turístico Regional en 2009.
Además de agosto, las Ferias de Octubre en Brihuega amplían la actividad taurina anual, manteniendo viva la tradición con encierros urbanos, herederos de las antiguas ferias ganaderas.
Durante la dictadura franquista, hubo un intento de controlar y restringir los festejos populares taurinos. En 1963, se prohibieron aquellos espectáculos que implicaran maltrato animal, como el Toro de la Vega.
Sin embargo, las comunidades locales, como en Brihuega, mantuvieron sus celebraciones incluso sin reconocimiento oficial, demostrando la profundidad del arraigo social.
Pese a las presiones sociales y políticas, y las normativas cambiantes, los encierros han persistido como un legado vivo de la historia cultural española. Desde su origen en la práctica ganadera hasta su actual dimensión festiva y patrimonial, siguen conectando el presente con más de ocho siglos de historia, siendo el encierro de Brihuega uno de los ejemplos más destacados por su singularidad y persistencia.