BRIHUEGA Y LOS MAQUIS: REPRESIÓN TEMPRANA, MEMORIA PERSISTENTE 
Artículo publicado por Plataforma Brihuega 01/10/2025

Tras la Guerra Civil Española, Brihuega, escenario de la decisiva Batalla de Guadalajara, no se convirtió en un foco de resistencia antifranquista. 

 

Aunque su relevancia durante la contienda fue notable, con la victoria republicana del 18 de marzo de 1937 sobre las tropas italianas del CTV, la brutal represión impuesta por el franquismo desde los primeros días del golpe de Estado impidió el surgimiento de una guerrilla activa.

 

A diferencia de regiones donde el maquis floreció, en Guadalajara la represión se ejerció desde el primer momento. Las patrullas falangistas iniciaron detenciones, desapariciones y deportaciones de civiles, lo que provocó un éxodo masivo hacia zonas republicanas, desmantelando la base social necesaria para una resistencia armada. 

 

No obstante, Brihuega no quedó al margen de la historia antifranquista. Tomasa Cuevas, nacida allí en 1917, fue militante comunista desde joven y pasó por varias cárceles tras ser condenada a 30 años de prisión. Años después, recopiló testimonios de más de 300 presas políticas, contribuyendo a preservar la memoria de la represión franquista y ofreciendo una forma de resistencia desde el testimonio.

 

Los únicos maquis relacionados con la zona fueron "El Pena" (Eloy Constantino Herráiz) y "Amador" (Amador Méndez), originarios de localidades cercanas. "Amador", tras escapar de un campo de concentración, se unió a la partida del "Manco de La Pesquera" y colaboró como guía en incursiones desde Cuenca hacia Guadalajara. 

 

La respuesta del régimen fue feroz: redadas, infiltraciones, torturas y asesinatos selectivos como el de familiares de "Amador" en 1947, todo dirigido a destruir cualquier red de apoyo.

 

Además, la geografía de La Alcarria, con terrenos poco propicios para la guerrilla, dificultaba la operatividad. Guadalajara se convirtió así en una “provincia de paso” para partidas del maquis, como las de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), pero no en una zona de asentamiento duradero.

 

El caso de Brihuega ilustra cómo el éxito inicial republicano no garantizó una resistencia posterior. La represión preventiva y sistemática fue tan eficaz que neutralizó por completo el potencial insurgente. 

 

La historia de la resistencia en Brihuega no se escribió en las montañas, sino en las cárceles, con la voz y memoria de quienes, como Tomasa Cuevas, resistieron con la palabra cuando las armas ya no eran posibles.

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