BRIHUEGA Y PUEBLA: UN PUENTE TEXTIL QUE CRUZÓ EL ATLÁNTICO 
Artículo publicado por Plataforma Brihuega 18/09/2025

Entre 1560 y 1620, cerca de un millar de habitantes de Brihuega, cuando entonces apenas contaba con tres mil almas, emprendieron la travesía hacia Nueva España, estableciéndose mayoritariamente en Puebla de los Ángeles.

 

Este éxodo, impulsado por la persecución religiosa contra los conversos y las dificultades económicas locales, coincidió con las oportunidades que ofrecía el mercado textil en expansión del virreinato.

 

La tradición textil briocense, con raíces en los siglos XIII y XIV, resultó clave en este proceso. Los emigrantes aportaron conocimientos en la elaboración de paños y técnicas de tinte, talleres que hacia 1603 ya sumaban 33 en la región. Gracias a estos aportes, Puebla se consolidó como centro neurálgico de la industria lanera novohispana.

 

Lejos de romper vínculos con su tierra natal, los briocenses mantuvieron sólidas redes familiares y comerciales entre ambas orillas del Atlántico. La historiadora Ida Altman, en su obra basada en fuentes del Archivo General de Indias, documenta un flujo constante de cartas, intercambios económicos y apoyos mutuos que facilitaron la llegada de nuevos emigrantes. Así, Puebla y Brihuega quedaron unidas por un entramado humano y económico que trascendió generaciones.

 

En la sociedad poblana, los briocenses no solo destacaron como artesanos o comerciantes, sino también como promotores de una industria que alimentó la prosperidad de la segunda ciudad más importante de Nueva España. 

 

Este éxito repercutió siglos después en su tierra de origen: en 1750, los monarcas Fernando VI y Carlos III fundaron la Real Fábrica de Paños de Brihuega, un complejo con 84 telares y más de 800 obreros, símbolo del reconocimiento a la pericia textil briocense y de la herencia americana.

 

La fábrica, con la emblemática rotonda circular de Juan Manuel de Villegas, se convirtió en reflejo de aquel puente trasatlántico: producía tejidos militares para la Corona y evocaba la memoria de los obrajes poblanos.

 

Esta relación histórica se reactivó en 2021, con el hermanamiento oficial entre Brihuega y Puebla, al cumplirse 400 años del último viaje documentado de briocenses a México. El acuerdo no solo celebra un pasado compartido, sino que proyecta hacia el futuro unas conexiones culturales y humanas nacidas del esfuerzo migrante.

 

La emigración briocense a Puebla fue mucho más que un fenómeno demográfico: constituyó un modelo de transferencia de saberes y de creación de redes sólidas entre continentes. Una historia de resistencia, ingenio y prosperidad compartida que dejó huella tanto en Castilla como en el corazón de Nueva España.

Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones

Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor revise los detalles en la política de privacidad y acepte el servicio para ver las traducciones.