EL ARCO DE COZAGÓN: PORTAL DE PIEDRA HACIA LA HISTORIA DE BRIHUEGA
Artículo publicado por Plataforma Brihuega 14/09/2025

En el extremo sur de Brihuega se levanta el Arco de Cozagón, una de las piezas más emblemáticas de su patrimonio histórico. Con diez metros de altura y algo más de tres de ancho, no es solo una puerta medieval, sino el testimonio de ocho siglos de historia y símbolo de la memoria colectiva de la villa alcarreña.

 

Su origen se remonta al siglo XIII, durante el auge de Brihuega bajo el señorío arzobispal toledano. Fue el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, figura clave de la política y la Iglesia castellana, quien impulsó la construcción de las murallas.

 

Esta puerta, está situada en un punto estratégico donde confluían los caminos que conectaban Toledo con las tierras del norte. De este modo, el Arco de Cozagón se convirtió en la entrada principal de la villa, paso obligado para viajeros, mercaderes y personajes ilustres.

 

La obra refleja la maestría técnica de los canteros medievales, que emplearon piedra de toba, material fácil de labrar pero resistente al paso del tiempo. Sus sillares presentan marcas lapidarias —cruces, aspas, escuadras— que servían como firma de los artesanos, prueba de un trabajo exclusivamente cristiano, sin huella mudéjar. 

 

Su diseño responde al estilo gótico civil: un doble arco apuntado sostenido por sólidos machones, que cumplía tanto funciones defensivas como ceremoniales, convirtiendo el acceso a Brihuega en un auténtico ritual arquitectónico.

 

A lo largo de los siglos, la puerta fue testigo del paso de personajes como Alfonso X el Sabio, el propio Jiménez de Rada o el cardenal Cisneros, que dejaron su huella simbólica en esta construcción. Así, el arco se convirtió en un “archivo de piedra” donde se inscribió la memoria de la grandeza castellana.

 

No obstante, también sufrió alteraciones. En 1965, durante la construcción de la plaza de toros “La Muralla”, la puerta interior perdió parte de su altura original, deteriorando su aspecto medieval. Aun así, la solidez de la obra y su valor histórico le permitieron sobrevivir a este y otros avatares. En 1973, fue incluido en el Conjunto Histórico-Artístico de Brihuega, declarado Bien de Interés Cultural, lo que garantiza su protección actual.

 

Hoy, el Arco de Cozagón sigue siendo el gran portal simbólico de Brihuega: un paso entre el presente y el pasado que evoca la permanencia de la villa a través de los siglos. La piedra de toba que lo conforma encarna la esencia de la localidad, frágil y firme al mismo tiempo, capaz de conservar su identidad medieval y proyectarla hacia el futuro. 

 

En un mundo dominado por lo efímero, este monumento recuerda el valor de la permanencia y la trascendencia del genio humano cuando se une a la fe, la técnica y la belleza.

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