
EL ESPLENDOR DE BRIHUEGA EN LA RUTA DE LA LANA: DE LA MESTA A LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS
Artículo publicado por Plataforma Brihuega 13/09/2025
Brihuega fue durante siglos un enclave estratégico en la Ruta de la Lana, una de las principales arterias comerciales que hicieron de Castilla una potencia europea.
Más que un lugar de paso, la villa se convirtió en un centro neurálgico de comercio, industria y cultura, conectando la producción lanera castellana con los mercados de Flandes a través de Medina del Campo y Burgos.
El origen de este protagonismo se remonta al fuero de 1242 otorgado por el arzobispo Jiménez de Rada, que impulsó ferias pioneras en Castilla y atrajo mercaderes y población. Su ubicación próxima a las cañadas reales, especialmente la Soriana Oriental, facilitó la trashumancia y el comercio regulado por la Mesta, consolidando a Brihuega como un punto de descanso y mercado activo.
La tradición textil briocense alcanzó su máximo esplendor en 1750 con la creación de la Real Fábrica de Paños, fundada por Fernando VI. El complejo, dotado de 100 telares y batanes, fue símbolo de la ambición industrial borbónica y transformó la economía local, generando cientos de empleos. La Rotonda, su edificio más emblemático, y la Hermandad de los Dependientes de las Reales Fábricas evidencian el impacto social de esta industria.
El proceso productivo comenzaba con el esquileo de los merinos en primavera, seguido por el lavado y clasificación en lavaderos cercanos. Desde Brihuega, la lana viajaba hacia Burgos y desde allí a los puertos cantábricos, destino de los mercados flamencos. Durante siglos, la lana castellana sustituyó a la inglesa en ciudades como Brujas y Gante, situando a la Alcarria en el mapa económico europeo.
Sin embargo, el siglo XIX trajo consigo el declive. La Guerra de la Independencia devastó la Real Fábrica, que finalmente cerró en 1835. Reconvertida tras la Desamortización, ya nunca recuperó su esplendor. Aun así, el legado de este pasado sigue vivo en su patrimonio: las murallas medievales, los lavaderos, los antiguos batanes y la Real Fábrica, hoy reconvertida en hotel, son testigos materiales de una época dorada.
La historia de Brihuega demuestra cómo geografía, comercio y capacidad de innovación se unieron para sostener la economía castellana durante más de cinco siglos. La villa fue motor de riqueza y símbolo de poder industrial y cultural.
Hoy, cuando resurge como destino turístico, conviene recordar que su identidad y su atractivo actual se forjaron en aquella etapa en la que la lana de la Alcarria vistió a Europa y convirtió a Brihuega en bastión de la Ruta de la Lana.