LA ARQUITECTURA MILITAR DE BRIHUEGA: LEGADO DE PIEDRA Y ESTRATEGIA
Artículo publicado por Plataforma Brihuega 26/11/2025

Brihuega guarda un impresionante legado de arquitectura militar que narra siglos de historia y resistencia. Situada en una posición estratégica sobre el valle del río Tajuña, esta villa alcarreña despliega, entre sus murallas y fortificaciones, la esencia de las defensas castellanas frente a enemigos y asedios.

 

El monumento más emblemático de la arquitectura militar briocense es su muralla, originaria probablemente del periodo musulmán y potenciada tras la reconquista cristiana. Construida en mampostería, la cerca defensiva adaptó el perímetro del casco antiguo, convirtiendo a Brihuega en plaza fuerte. 

De aquella muralla aún sobreviven importantes tramos, como el que resguarda el Paseo de María Cristina, restos que evocan tiempos en los que la guerra era una amenaza constante.

 

Integradas en la muralla se encuentran tres espectaculares puertas: la de la Cadena, la de la Guía, el Juego de Pelota y el Arco de Cozagón que aún conserva su estructura medieval y permite imaginar la vida en la villa fortaleza. La puerta de la Cadena, de arco de medio punto y con torreón adyacente, ofrece una presencia monumental y ha resistido el paso de los siglos adaptando su uso a cada época.

 

Sobresale también el imponente castillo de la Piedra Bermeja, guardián de la historia local. Levantado a caballo entre los siglos XI y XIII sobre cimientos andalusíes, fue residencia de la nobleza y bastión frente a las incursiones cristianas y musulmanas. 

 

Aunque algunos elementos se han perdido, la torre del homenaje y varias estancias mantienen viva la memoria de las estrategias defensivas medievales, desde almenas de vigilancia hasta pasadizos y coronamientos que, en su tiempo, repelerían asedios.

 

No menos relevantes son los subterráneos briocenses, excavados en la piedra caliza y empleados durante siglos como refugio y red de comunicación oculta bajo la urbe, fundamentales en episodios como el asedio del siglo XVIII durante la Guerra de Sucesión y la batalla de Brihuega en 1937, durante la Guerra Civil.

 

Así, la arquitectura militar de Brihuega no solo es testimonio pétreo de batallas, sino un viaje por la transformación de técnicas constructivas, innovaciones defensivas y la audacia de quienes, siglo tras siglo, contribuyeron a proteger la villa. Recorrer sus muros, portadas y castillo es evocar leyendas e historias de resistencia, donde la piedra permanece como memoria inalterable del tiempo.  

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