
NO, NO ES LA CAPADOCIA TURCA, ES CÍVICA Y ESTÁ EN BRIHUEGA
Artículo publicado por Plataforma Brihuega 18/11/2025
Lo normal es que, cuando se piensa en territorios exóticos o paisajes de ensueño, lo primero que se venga a la cabeza sea que haya que comprar unos billetes de tren o un avión para viajar lejos del lugar donde se vive.
Pero no es, por tanto, el caso. Este pequeño enclave de Brihuega, está excavado en la roca, formando huecos y emplazamientos habitables que, en la actualidad, se pueden visitar.
Sigue siendo impresionante verlos, incluso limitándonos al exterior debido a su gran belleza. Se trata de Cívica, que se encuentra en Brihuega, en la región de la Alcarria, zona también conocida por sus hermosos campos de lavanda, otra de las escapadas imprescindibles durante la floración de esta planta.
Uno de los grandes atractivos que hacen que visitarla sea casi una obligación, es su gran semejanza con las cuevas de la Capadocia en el corazón de Turquía, conocidas por sus colinas en forma de panal y construcciones que se atribuyen popularmente a postales de cuentos de hadas.
El origen de Cívica
Aunque no hay indicios que lo confirmen, es muy posible que todas las oquedades y galerías fueran utilizadas desde muy antiguo, quizá en la Edad Media (cuando pertenecía a la tierra de Atienza), como refugio de eremitas, habitualmente interesados en lugares como Cívica.
No se sabe mucho de la historia y pasado de Cívica. Solo hay algunas citas sueltas que aseguran que aquí hubo una casa grande y una granja que fueron compradas en 1441 por los monjes jerónimos de Villaviciosa de Tajuña a su dueño, Antón Díaz, residente en Cifuentes.
En otros textos se habla de su origen celtíbero. En realidad, se trata de una construcción reciente, aunque dé la sensación de tratarse de una aldea muy antigua. Y su responsable fue don Aurelio, un sacerdote enamorado de la belleza del entorno, que heredó los terrenos donde se encuentra este laberinto rocoso.
Así el hombre pasó 20 años de su vida construyendo esta aldea con la intención de que fuera todo un santuario. Según se cuenta, fue el mismo Pérez el que excavó, talló y grabó las piedras que se pueden admirar a día de hoy, siendo este un lugar único en España.