La presencia romana en Guadalajara, aunque aún fragmentaria, se ha ido revelando a través de descubrimientos arqueológicos que permiten identificar las huellas dejadas por esta civilización en la provincia.
Los romanos, lejos de crear nuevas ciudades, reutilizaron asentamientos preexistentes y fundaron nuevos enclaves menores, con especial énfasis en las calzadas que conectaban diversos puntos del imperio.
En Brihuega, los restos romanos encontrados son principalmente cerámicos y se han descubierto en la vega del río Tajuña. Uno de los hallazgos más destacados fue el de varias vasijas de forma de olla ventrada y ancha boca, descritas por el cronista García López en su Catálogo Monumental de Guadalajara.
Estas vasijas contenían huesos humanos rotos y quemados, cenizas, trozos de metal y tierra. Además, se han mencionado restos romanos en general, junto con cerámica celtibérica y monedas visigodas, en la vega del río y en las laderas donde se asienta la villa. Sin embargo, no se han reportado estructuras arquitectónicas romanas significativas en la localidad.
Una de las transformaciones más significativas fue la de Sigüenza, que se convirtió en una ciudad importante bajo la romanización. Junto a ella, otras localidades como Arriaca, Luzaga, Caraca o Caesada también fueron relevantes en esta época.
Además, la villa romana fue uno de los hábitats más característicos, destacando aquellas situadas en los valles y a lo largo de las calzadas. Estas villas, entre los siglos I y III d.C., eran centros económicos autárquicos donde familias romanas convivían con hispano-romanos y esclavos.
En la actualidad, algunas de las villas más destacadas en la provincia son las de Gárgoles de Arriba, Hortezuela de Océn, Matillas o Mandayona, entre otras. En Gárgoles, por ejemplo, se ha excavado una villa del siglo V con mosaicos geométricos que adornan sus estancias.
Los campamentos militares también son testigos de la presencia romana, siendo el más importante el de Anguita, conocido como «la Cerca». Descubierto en el siglo XX, este campamento tiene una extensión de 12 hectáreas y se conserva parte de su muralla, que alcanzaba los dos metros de grosor.
Estos hallazgos abarcan desde el siglo I a.C. hasta el III d.C., y gran parte de ellos se ubican en las cercanías de Sigüenza, en los valles del Henares y el Tajo.
Finalmente, las calzadas romanas fueron una de las infraestructuras más destacadas de la época. La Vía Augusta, que unía Mérida con Zaragoza, atravesaba Guadalajara y conectaba localidades como Arriaca, Caesada y Segontia.
Otras rutas secundarias, como la que pasaba por Usanos o la que unía Carae (Zaorejas) con Segontia, también dejaron huellas en el territorio.
Estos vestigios son testimonio tangible de una civilización que, aunque lejana en el tiempo, sigue influyendo en el paisaje y la cultura de la provincia de Guadalajara.
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