
BRIHUEGA: MÁS ALLÁ DE LA LAVANDA
Artículo publicado por Plataforma Brihuega 12/07/2025
Brihuega, el Jardín de La Alcarria, es mucho más que lavanda. Apodada la “Provenza española” por sus famosos campos de espliego, esta villa guadalajareña ofrece mucho más que su estampa malva de julio.
A menos de una hora de Madrid, es perfecta para una escapada de fin de semana. Además de la floración estival, su casco histórico amurallado es un auténtico tesoro: calles medievales, iglesias románicas, fuentes históricas, y hasta una red subterránea de cuevas árabes.
Situada en un alto sobre el río Tajuña, Brihuega hunde sus raíces en la antigüedad con el poblado celtíbero de Brioca. Durante siglos, sus manantiales la convirtieron en una villa próspera.
Su apodo como "Jardín de La Alcarria" fue inmortalizado por Cela, especialmente por el romántico jardín de la antigua Real Fábrica de Paños, hoy convertida en un hotel, pero sigue siendo un rincón evocador de cipreses, setos y rosaledas. Este jardín, convertido en mirador, fue incluso frecuentado por Hemingway durante la Guerra Civil.
El recorrido por Brihuega comienza por el castillo de la Piedra Bermeja, ubicado curiosamente en la parte baja del pueblo, ya que la villa original se situaba a orillas del Tajuña antes de ser trasladada por las crecidas. Este castillo-palacio fue morada de reyes taifas y hoy guarda el cementerio y la iglesia de Nuestra Señora de la Peña.
El entramado medieval conserva iglesias como San Felipe (con su estrella de seis puntas), San Miguel y San Simón, además del rollo jurisdiccional del siglo XVI. Brihuega ya reconocía la igualdad de derechos entre sus habitantes desde el siglo XIII, fueran cristianos, judíos o musulmanes.
Otros puntos de interés son el convento de San José, que alberga el Museo de Miniaturas del profesor Max, el Museo de la Historia, el futuro Museo del Perfume y las enigmáticas cuevas árabes, excavadas hace más de mil años, con túneles para refugio y escape.
Pero Brihuega también suena a agua. Las fuentes, como la de los Doce Caños –popular por sus leyendas amorosas–, la del Tinte o la del Hisopo, acompañan al visitante con su rumor constante. Estas aguas eran usadas en los antiguos lavaderos municipales, donde también se compartían historias y secretos.
Brihuega es, sin duda, un viaje por la historia, el arte, la naturaleza y la magia escondida bajo y sobre tierra. Vayas o no en temporada de lavanda, siempre hay un rincón por descubrir en esta joya de La Alcarria.